sábado, 31 de octubre de 2009
Feliz cumpleaños a mí
Pero ahora, como todos los años, me he quedado solo. Mientras Jesús está trabajando, Edgar anda fuera pidiendo dulces (enserio, ¿qué, acaso nunca crecerá?). Incluso me han dado ganas de ir a pedir dulces con él, así por lo menos me sentiré menos solitario. Pero para poder encontrarlo, pues hace horas que salió, necesito hacer un esfuerzo totalmente problemático. Podría estar en cualquier lugar justo ahora. Riveras, el Campestre, el centro, el Chamizal, el Paso, Londres… Bueno, tal vez esos últimos dos no, pero ustedes entienden a lo que voy: estoy solo y no puedo intentar salir a buscarlo porque estoy bajo riesgo de no hallarlo y de perderme.
En fin. Ya lo haré mío cuando regrese. He decidido empezar una especie de columna de consejos (estilo la señorita Nancy en Drake & Josh), así que si gustan pedirme un consejo o preguntarme algo acerca de cualquier cosa (problemas matrimoniales, escolares, maestros, sexualidad, etcétera), no duden en escribir. Una cosa dejo clara: NO DOY DINERO, NO REESTABLEZCO LA PAZ MUNDIAL, NO HAGO MILAGROS, NO MANDO GENTE AL INFIERNO (al menos, no físicamente, pues puedo decirles “vete al infierno”. Estúpido idioma, puede ser interpretado de muchas formas), NO REVIVO GENTE MUERTA, NO ME VUELVO HETEROSEXUAL, NO LE DOY INTELIGENCIA A ROSA, NO DESAPAREZCO A LOS FRESAS, NO ABRO CUENTAS BANCARIAS, NO ALIMENTO A LOS POBRES, entre otras cosas que ustedes pueden deducir.
Si quieren enviar una carta para mi columna de consejos (POR FAVOR), escriban a black_angel_yuki13135mil@hotmail.com con el asunto “CONSEJO ACERCA DE…” y en lugar de los puntos suspensivos, pondrían el tema de su consejo. Finalmente, fírmenlo con un alias, porque lo colocaré aquí y no creo que muchos de ustedes quieran que otros sepan acerca de su vida privada, ¿o sí? De tal modo que el correo quedaría más o menos así…
PARA: black_angel_yuki13135mil@hotmail.com
DE: panchita@dominio.com
ASUNTO: Consejo acerca de sexualidad
CUERPO DEL MENSAJE:
Yuki: Me excito mucho cuando veo a mi novia y no puedo contener las ganas de tirármela en ese mismo momento, pero no quiero que ella se sienta acosada por mí. No sé cómo decirle que simplemente me la quiero coger justo ahí y justo en ese momento. Y además no puedo porque no tengo pene.
Atte:
Urgida
Y así, amigos, es como quedaría (aproximadamente) su mensaje. También se acepta si quieren añadir un posdata... Yuki tendrá tiempo para ustedes (cuando no esté teniendo sexo con Hugo) siempre. Gracias.
domingo, 13 de septiembre de 2009
Viaje al centro de la tierra... Casi
Sacamos una escalera para poder llegar allí. Leonel subió primero, seguido por Andrea y Gloria. Luego subió Manuel, quien ayudó a Edgar. Yo fui el último, porque estaba deteniendo la escalera para que ninguno de ellos fuera a caer… Creo que no pensé en eso cuando yo subí. Estaba en los últimos escalones, tratando de colocar mi pie sobre el techo, cuando la escalera se resbaló. Hugo se acercó a ayudarme y yo, en mi arranque de miedo y desesperación, moví rápidamente mi mano en busca de ayuda, pero en vez de sujetar su brazo, puse mis dedos en su entrepierna.
Edgar trató de ayudarme a subir. Leonel y Andrea se acercaron a ayudarlo a él… Manuel y Gloria sólo se quedaron allí porque no sabían qué hacer. Me tomaron fuerte de los brazos y de un tobillo, pero finalmente el peso fue demasiado y caí. Afortunadamente, la casa no es muy alta y no tengo daños severos, además de los horribles moretones que quedaron marcados en mi espalda, mi trasero y mis brazos.
Hoy, luego de que los otros se fueron, Hugo me dio un relajante masaje para que los moretones no me dolieran tanto. O, al menos, eso fue lo que él dijo; honestamente, creo que tenía algunas razones extraordinarias para hacerlo. Y, como es de esperarse, el masaje se convirtió luego en tocamientos; los tocamientos, en masturbación; y la masturbación, en sexo. Aún no le hemos comentado a Salvador que me caí del techo… No porque no queramos, sino porque no hemos tenido la oportunidad. Ayer, cuando sucedió, no estaba, y hoy se fue temprano de casa a una reunión con un no sé quién. Para colmo, Gloria no se pudo aguantar sus malas bromas y me dijo “Ay, Angelito... ¿Por qué no usaste tus alas para volar al techo?”. Cruel.
martes, 28 de julio de 2009
Luego de siglos...
Hace unos días (ya no estoy seguro de cuantos, puede que haga más de dos semanas), salimos a lavar la ropa. La lavadora se movía mucho, vibraba. Hugo me empujó contra ella, me bajó los pantalones y se introdujo despiadadamente dentro de mí. Dado que no estaba preparado y que lo hizo muy bruscamente, me dolió mucho al principio, pero al ir frotando mi punto sensible con su miembro, todo el dolor se esfumó para darle paso al placer.
Unos cuantos días antes, comenzó a jugar con su teléfono celular, cuando se dio cuenta que éste vibraba. Me pidió que fuera hacia donde estaba él y me hizo hincarme sobre la mesa. Hizo vibrar su teléfono y lo usó para recorrer todo mi cuerpo. Luego, intentó meterlo por mi orificio, pero no tuvo éxito.
El amigo Kirin nos sugirió usar la licuadora para nuestros fines malignos, pero Edgar se opuso a la idea. Y hoy, durante la mañana, usamos un aparato de masajes. No tengo muchas ganas de contarles todos los detalles, tal vez luego.
jueves, 4 de junio de 2009
Volvemos a tan amada rutina
A decir verdad me molestó un poco, porque recientemente siento que sólo quiere llevarme la contraria. Fui a la cocina a tomar algo de cenar y cuando volví encontre mi computador apagado, las luces del cuarto igual, cuatro velas sobre los burós y el hermoso cuerpo de Edgar desnudo sobre la cama y enredado en las cobijas. Se levantó y me desvistió despacio, dejándose caer luego sobre la cama, permitiendo que yo reposara sobre él. Me coloqué en una posición similar a la de los gatos, como si yo fuera uno y quisiera beber agua de la boca de mi amado. Hugo me abrazó cariñosamente y comenzamos a tocarnos. Al poco tiempo nos hundimos en un oasis de pasión y sudor.
Realmente me dejó muy cansado, pero relajado y satisfecho. Hizo todo tan... perfecto. Besó cada espacio posible en mi cuerpo y me provocó toda clase de placeres. Yo seguía en esa posición, pero él ya no estaba abajo de mí, se encontraba a punto de hacer lo siguiente. Me manoseó un rato y finalmente se decidió a entrar. Penetró con mucha fuerza, y por si fuera poco, me masturbó con unos movimientos deliciosos. No pude contenerme. Mis gritos y gemidos invadieron toda la habitación. El placer era extremo. Jamás me había sentido tan sumiso en toda mi vida. Tenía que poner a mi amante en su lugar.
Una vez que hubo acabado, puse mis labios cerca de su oído. "Ahora es tu turno, mi vida", le dije al oído y con una sonrisa bastante pervertida. Sin embargo, no se me ocurría nada más, así que, de nuevo, tuve que ser el sumiso, pero con un poco más de iniciativa: Lo coloqué boca arriba, y comencé a producir una masturbación sobre su rosado miembro. Le di un suave beso a la punta y, conforme iba dándole más, lo metía más dentro de mi boca. Entonces me senté sobre él e introduje su erección dentro de mí otra vez. Realmente es muy cansado hacer eso, no se los recomiendo.
Cuando me hube agotado de moverme hacia arriba y hacia abajo, Edgar me empujó hacia adelante y fue nuevamente el que hacía todo el trabajo. Durante esa noche tuvimos cuatro orgasmos, yo mismo los conté, es por eso que terminé sin fuerzas, lo último que recuerdo después de eso es haber escuchado la dulce voz de mi adorado pastelito decir "espero que ya te sientas mejor, mi cielo".
"Mi cielo", "mi cielo"... Son palabras que nunca, en estos dos años y medio, lo había escuchado decir. En verdad me sentí muy contento. No quiero olvidar esas hermosas palabras. No quiero olvidar. No me dejes olvidar, Hugo. No me permitas que lo olvide jamás. Por favor, menciónalas cada vez que puedas. Me hace muy feliz escucharte decirlo.
jueves, 28 de mayo de 2009
Sonrisas.
Hola. Una vez que hayas recibido este papel, léelo y prepárate para sonreír en grande con los datos establecidos a continuación.
1-Es imposible tocarse todos los dientes con la lengua.
2-Una vez que has leído esto, intentaste tocarte todos los dientes con la lengua.
3-El dato número uno es falso.
4-Estás sonriendo como estúpid@.
5-Le pasarás este papel a alguien más porque eres bien idiota.
Me avergüenzo de mí mismo, hice todas las cosas que decía el papel. Claro, al final regresó a mí y lo conservé. Honestamente, esa niña siempre envía cosas de ese tipo. Una vez, cuando éramos novios, me dio un papel que decía “tengo algo muy importante que preguntarte”. Lo abrí, y éste decía “¿Me darías la hora?”. Fue algo muy vergonzoso, pero lo recuerdo y me da mucha risa. Lo peor es que lo recuerdo constantemente y me pongo a reír descontroladamente, razón suficiente para que Edgar me mire con extrañeza. Bueno, ahora sí, dejaré de escribir cosas tontas y me pondré a revisar mis correos. Vaya, actualizaciones en AMP… ¿El circo llegó a la ciudad? Amanita, eso fue algo idiota. Y la niña tiene voz de señora cuarentona.
Cosas idiotas.
Érase una vez un ángel que se llamaba Yuki. Ése ángel tenía como misión proteger a la criatura más hermosa del universo entero; su nombre era Edgar, y cada movimiento que hacía volvía loco de pasión a Yuki.
Un día, un monstruo llamado Rosa atacó a Edgar, se lo quería comer. Yuki desenvainó un sable e hizo picadillo a Rosa.
Conclusión: Ha sido un final feliz.
Lol. Disculpen mi cuento idiota. No tengo nada importante que contarles y siento la necesidad fisiológica por escribir palabras con el teclado de un computador.
viernes, 22 de mayo de 2009
Hermosa lluvia.
Mi hermano salió de la casa y nos dio una cobija. “Sé que la necesitarán”, nos dijo mientras la ponía sobre el piso y nos lanzaba una mirada como diciéndonos “diviértanse”. Nos recostamos y seguimos conversando. Puse mi mano sobre su delicado estómago y empecé a jugar con su ombliguito. Él se movía con un aire de incomodidad y placer al mismo tiempo. Acaricié su cuello y le besé el estómago. “Yuki… Yuki…”, repetía con una voz hermosa.
Al cabo de un rato me quitó la camiseta con sus preciosos y perlados dientes. Nos tocamos el uno al otro durante varios minutos y nos besamos dulcemente. Paró de llover. Nos abrazamos por mucho tiempo hasta que nos dio hambre y entramos a la casa empapados a comer algo de GALLETAS. Y ahora heme aquí, terminando de escribir esto y jactándome de que acabo de conseguir trabajo de tutor en mi escuela. La vida progresa.
lunes, 18 de mayo de 2009
Momentos duros.
Ambos decidimos que era lo mejor, y aunque seguimos frecuentándonos (como amigos), yo sentía una gran depresión, y un pesar que azotaba mi corazón despiadadamente, hasta que el viernes me encontré en el baño de mi casa, llorando como si estuviera en fase terminal de una enfermedad mortal. Salvador abrió la puerta.
Salvador: ¿Qué tienes, marica?
Yuki: Me siento mal.
Salvador: Ya lo noté, pero, ¿por qué?
Yuki: Terminé con Edgar.
Salvador: ¿Por qué hiciste eso?
Yuki: No tuvimos el valor para contarlo a nuestros padres y no queremos seguir ocultándolo.
Salvador: ¡Eres un idiota!
“¡Eres un idiota! ¡Idiota, como tú sólo!”, repetía una y otra vez, midiendo el piso con pasos repetitivos y gritando como si yo hubiera cometido un homicidio. Comenzó a regañarme y me dijo que me fuera a dormir, pues al día siguiente me haría levantar temprano para hablar con mis padres y llegar temprano a casa de Hugo antes que su papá se fuera a trabajar.
Se llegó el sábado. Yo estaba completamente nervioso. Hice a mi papá y a mi mamá sentarse en un sillón y yo me senté en el otro, junto a mi hermano. Comencé a explicarles la situación, y me di cuenta que era más el miedo que yo tenía que el que en verdad debía padecer. Mi madre me dijo que ella ya lo sabía, pero que estaba esperando que yo se lo dijera; y mi padre, no muy contento con la situación, me dijo que no estaba orgulloso, pero que “ya estaba yo bastante grandecito y era mi propia decisión”. Agradecí a ambos su comprensión y mi hermano y yo nos dirigimos a casa de Edgar. Una vez allá, su madre nos recibió cálidamente y me dijo que su hijo ya estaba despierto. Fui a hablar con él, a pedirle que ignoráramos lo que había sucedido y volviéramos a ser novios, pero esta vez, debíamos hablar con los mayores.
Repetimos el proceso. Pedí a sus padres sentarse en las sillas del comedor mientras Hugo, Jesús y yo nos sentábamos en el sillón. Expliqué. Pero sus padres no tuvieron la misma reacción. Su madre pensaba similar a mi padre: no le enorgullecía, pero tampoco nos reprocharía por ello. En cambio, su padre sólo dijo “ve por tus cosas”. En ese momento, mi corazón se derrumbó. Era justo lo que queríamos evitar. Lo ayudé a llenar una maleta que su padre le dejó en el cuarto para que empacara y él me dijo “yo lo sabía. Mi padre es el típico conservador que piensa de esta manera. Ya sabía que sucedería”. Besé su mejilla y mis labios tocaron una lágrima de dolor.
No sabíamos que hacer: Hugo no quería invadir la casa de mis padres, y yo no quería dejarlo solo. Pronto, Salvador dio con una buena idea: “niños, hace tiempo tengo una casa en la cual no vivo. Ustedes pueden quedarse ahí”. No podía creer semejante acción. Era una muestra de afecto, preocupación y apoyo al mismo tiempo. Él les explicó la situación a mis padres, quienes no estuvieron muy de acuerdo con ello, pero que me dejaron vivir mi vida con el amor de la misma. Llegamos a casa, tomamos mi computadora, mi ropa y otros objetos personales y nos fuimos. De camino a lo que sería nuestra nueva casa, Edgar me abrazó. Yo pude ver en su rostro diferentes sentimientos. Sus ojos me decían “tengo mucho miedo”. Sus labios me decían “te necesito” y el color de su piel, “estoy muy triste”. Besé su frente y lo apreté suavemente contra mi pecho.
Llegamos allí. Mi hermano nos explicó que había comprado la casa y los muebles para cuando él y su novia decidieran casarse, pero al final no les fue bien y decidieron separarse. Nos dijo que podíamos vivir ahí y que él también se mudaría para asegurarse que no incendiáramos la casa. Habíamos estado sin Internet, por lo cual no había escrito esto, pero ayer por la tarde, Jesús halló un módem en una gaveta y por la noche la instaló. Ahora gozamos de la red.
En ciertos momentos parece un sueño hecho realidad: Edgar y yo juntos, haciendo nuestra vida en la misma casa, durmiendo en la misma cama todas las noches, pasando cada momento del día el uno con el otro… Y a veces parece una pesadilla: nuestros padres lejos, sin apoyarnos, sin querer saber nada de nosotros y con el único apoyo de quien yo creía que me odiaba. Ahora me doy cuenta que tengo un valioso tesoro que no había descubierto, y se llama Jesús.
Espero que las cosas salgan bien. Tenemos que tratar de encontrar un trabajo de medio tiempo o, por lo menos, algo que hacer con lo que ganemos dinero. Tal vez dé tutorías de inglés para la gente de mi escuela, y Hugo hará algo similar. Habíamos dicho que no queríamos ser parásitos, así que por lo menos, comenzaremos a pagar parte de los gastos de la casa.
Se despide de ustedes,
un ángel en problemas
domingo, 3 de mayo de 2009
Influenza
No comprendo por qué todo el mundo se queja tanto de la influenza y del hecho de que no debe uno acudir a la escuela o salir de su hogar. Honestamente, a mí me ha resultado algo maravilloso. Les cuento: El lunes, tras salir de la prepa, habiendo sido advertidos de la gripe porcina, Edgar y yo nos fuimos a mi casa. Una hora más tarde, sus preocupados padres llamaron a su celular preguntando su ubicación. Él les reveló que se encontraba en mi residencia, razón suficiente para que ellos no quisieran que se saliera a la calle y se arriesgase a contraer tan temible enfermedad. “Quédate allí”, dijeron, “en un momento te llevaremos una maleta con tu ropa y tus cosas. Es preferible eso a que salgas”. Yo comencé a figurarme las consecuencias: si mi amado era abandonado por sus padres en mi casa, nosotros no debíamos ir a la escuela, y mis padres y hermano debían acudir al trabajo, eso significaba que ambos tendríamos la casa para nosotros solos durante varias horas… Tal vez, incluso, días enteros.
Justo unos días antes, me parece que ha sido el jueves o el viernes anterior a eso, Hugo y yo habíamos acudido a una tienda que vende objetos sexuales y compramos un bonito vibrador. Ésta era la oportunidad perfecta para usarlo, sin embargo, debíamos tener cuidado de no llamar demasiado la atención ni parecer muy necesitados de tener relaciones mientras estuviéramos con mi familia. Ayer en la noche, después que mis padres habían vuelto a casa, finalmente nos dignamos a usarlo. Habíamos jugado videojuegos todo el día, por lo que a mí me dolía un poco la cabeza y ansiaba dormir. Me recosté sobre la cama y cerré mis ojos, pero al poco rato empecé a sentir movimiento sobre mi estómago. Era Edgar, que deslizaba sus manos por debajo de mi camiseta. “Yuki… quiero hacerlo”, susurró.
Yo ya estaba adormilado, pero dentro de mí, sabía que también deseaba el sexo. “Tú comienzas”, le dije intentando despabilarme. De esa manera, yo podría disimular un poco lo soñoliento que me encontraba. Brincó de la cama, se desnudó y luego se postró sobre mí. Acercó su bello rostro al mío y comenzó a pasearlo por mi cuello. Metió las manos bajo mi camiseta y la retiró suavemente. Luego mordió la orilla de mis bóxers y lentamente fue bajándolos. Seguí casi dormido, apenas y me estaba dando cuenta de lo que sucedía. De pronto me pareció que estaba tardando demasiado; abrí los ojos y lo observé poniendo con dificultad el vibrador dentro de él. Se lo quité y comencé a masajear alrededor de la entrada, para luego incrustarle aquél intruso. Una vez dentro, lo encendí. “Gracias. Ahora te toca a ti”, me dijo al oído. Me reclinó boca arriba sobre la cama y levantó un poco mi entrepierna, entonces se introdujo dentro mío y se empezó a mover suavemente. De alguna manera, la cual aún no descifro, logró inclinarse hacia el frente para lamer uno de mis pezones. Con su mano derecha, masajeó el otro y lo presionó de una forma extrañamente apetecible. Su otra mano se colocó alrededor de mi erección y comenzó a producir una masturbación deliciosa. Simplemente parecía ser demasiado para mí, de modo que no pude contenerme, y un delator grito emergió de mi garganta mientras ambos llegábamos inevitablemente al orgasmo. Pensé que nadie lo había escuchado, pues pudimos continuar durante unos cuantos minutos hasta que… la puerta se abrió. Para mi suerte, era Jesús, quien solamente pronunció las siguientes palabras “mis padres me dijeron que viniera a ver por qué gritabas…”, salió del cuarto y cerró la puerta tras de sí. Pude escuchar cómo les decía a mis padres “todo está bien, sólo se ha golpeado en el dedo pequeño del pie. No se preocupen”. A simpe oído, parece ser una excusa ridícula, pero analizando las cosas fríamente, es algo bastante razonable. Unos minutos más tarde, entró de nuevo para “tomar algunas ideas”. Me resulta algo irracional que un muchacho de diecinueve años tome ideas de cómo hacer el amor de su hermano tres años menor.
Me di cuenta que a Hugo le gusta ser observado, ya que no desistió de nuestras relaciones sexuales y siguió moviéndose con la misma agilidad hasta que los dos llegamos al segundo orgasmo. Salió de mí y sacó el vibrador de su pequeño y adorable trasero para ponerse en posición mientras decía seductoramente “ahora es tu turno, mi amor”. Rápidamente, tomé aquél objeto y lo introduje del mismo modo que Edgar lo había hecho. Inmediatamente después, lo penetré y comencé a moverme con energía demás. Intenté hacer lo mismo que él, pero mi cuerpo no es tan elástico, así que no lo logré y sencillamente me limité a intentar hacer que se sentara sin salir de él para poder besarlo. Lo conseguí sin tener que hacer mucho esfuerzo. No tardamos mucho en llegar al tercer orgasmo. Para entonces, yo ya estaba muy cansado, y Hugo también parecía poder moverse apenas. Nos unimos en un abrazo y nos besamos con tanta pasión como aún nos quedaba. Coloqué mi mano sobre su pecho y acaricié cada pulgada de su cuerpo. “Yuki, no me digas que aún tienes ganas”, me dijo con una adorable sonrisa en el rostro. Sonreí también y besé sus hermosos labios. “Mi corazón, mi mente y mi estómago (¿Qué? Perdón, no estaba pensando en el momento en que lo dije) me dicen que sí, pero mi cuerpo me dicta que ya no puede más”. Lamí la parte trasera de su oreja mientras él deslizaba sus manos sobre mi espalda como si quisiera decirme que no parase nunca.
Entonces, Salvador tomó en sus manos la sábana y nuestros bóxers y nos los lanzó. “Pónganselos rápido”, dijo tomando un libro de sobre la repisa. “Tápense y cierren los ojos”. En eso, mi madre entró. Había sido tanto placer que quedé aturdido y no escuché sus pasos al acercarse.
Madre: ¿Qué estás haciendo? ¿Por qué la luz está apagada?
Salvador: La acabo de apagar. Les estaba leyendo un libro para que se durmieran.
Madre: Ay, qué ternura… No creí que Ángel todavía se pudiera dormir así.
Salvador: Por favor, ¿no te parece extraño que estudie todas las noches antes de dormir?
Hermano, eso ha sido lo más estúpido que se te ha ocurrido jamás. Sin embargo, me has salvado y te has convertido en mi cómplice. Te agradezco mucho lo que has hecho. Por primera vez siento que adoro a mi hermano mayor. En fin, ya me dejaré de cursilerías, porque Edgar ya sale del baño y no quiero que me vea escribiendo esto.
lunes, 30 de marzo de 2009
Feliz cumpleaños, Leonel
- Eres joto. Feliz cumpleaños. Ojalá mueras un viernes 13. Ja ja no se crea. Se le quiere mucho... aunque sea joto. Ya no se pinte las uñas de rosa. -Manuel Andrés.
- Bueno, pues aunque ya no me dedique canciones en el metro, lo quiero mucho. Que se la pase de poca madre en su cumpleaños y que nunca deje de sonreir. -Andrea.
- Mira, o sea... Pues yo no se... por qué te juntas con estos desarrapados, ¿ves? Son una bola de inadaptados, weeey. Me cae que la cagas por juntarte con estos... Neta que pues feliz cumple. O sea, espero que consigas mejores amistades. Y lo digo por el imbécil de Angel. -La puta de Rosa.
- Pues... Quiero desearte un cumpleaños lleno de cosas maravillosas, que tu vida siempre sea hermosa y que encuentres... el amor. No te decepciones nunca de lo que sucede a tu alrededor, siempre vendrán cosas mejores. Yo lo sé, y aún estoy en espera de que esa persona me acepte. Ojalá tu no pierdas la esperanza con la chava que te gusta a ti, tal vez hasta te dé una sorpresita para tu cumpleaños.-Laura Paola.
- Eres un chavo... ... ... ... ... ... ... Ay, a la verga, no sé como decirlo sin insultos... ... ... ... Ay, pues eres muy chido y eso... ... ... A la chingada, feliz cumpleaños. -Edgar Hugo.
- O sea, eres un super amiguis... Así, super padre, ¿sabes como? ¡Te quiero mil, ocho mil! Así como que te mando un super beso, un mega abrazo... Y ojalá se te cumplan todos tus deseos, ¿eeeeh? Feliz cumpleaños. -Ana Karen.
- Pues le quiero decir que ya no sea tan emo... Ja ja no se crea, sólo no se deprima tanto. Viva su vida feliz, no deje que le entre la depre porque la condenada vieja esa no lo pela. Usté puede vivir sin ella, hay mejores y más buenas. Sabe que puede contar con nosotros para todo lo que se le ocurra, aquí hay people para todo, todo, todo... Feliz cumpleaños, culero. -José Miguel.
- ¡Feliz cumpleaños! Gracias por todo lo que hemos pasado juntos. Desde esos momentos tan idiotas como cuando te caiste del columpio, hasta esos otros tan divertidos como las clases de inglés en la ashurrada (¿Qué quiso decir con eso? No lo sé), pásatela padre y poes... Live your life crazy and love every moment you have. -María Susana.
- Eres un gran amigo. Aunque a veces me dé algo de pena decirlo, alguna vez me gustaste mucho, pero fue hace mucho tiempo. Quisiera que pudieras leer esto sin sentirte incómodo ni decir "Rafa es un pinche joto". La verdad es que te aprecio mucho, pero pues... Nunca me pelaste y yo nunca quise decírtelo. Ahora que ya me voy, espero que no nos distanciemos más de lo que nos separa la geografía. Feliz cumpleaños. -Rafael.
- Feliz cumpleaños. La verdad es que nunca hemos sido grandes amigos, pero siempre me has agradado bastante. Quisiera invitarte por ahí alguna vez, a ver si nos conseguimos buenas morras, ja ja. Feliz cumpleaños, Leo. -Jaime Omar.
- Ya te estás haciendo viejo, cabrón. Bueno, pues te quiero desear un feliz cumpleaños. Ah, y acuérdese que el primero que cumpla dieciocho debe esperar al último para largarnos todos juntos a un teibol, ¿eeeh?. -Pedro Arturo.
- ¡Te quiero mucho! Pásatela bien fregón en tu cumple, ¿eh? Ja ja, éntrale con ganas al pastel y a la soda, nada mas no te empaches. Felicidades. -Diana.
- Hey, nene. Ojalá que éste sea uno de tus mejores cumpleaños. Muchos besos y abrazos, te quiero muchísimo. Felicidades por tu cumple. -Gloria Alejandra.
- Pues no sé que decirle. Me estoy acordando de la vez que estábamos en el parque y que Andrea le pintó las uñas de rosa "chíngame los ojos". Ja ja ja, todos se le quedaron viendo con cara de "este maldito joto, ¿qué?". Pues... Nomás le digo que no se deje que la Andrea le pinte las uñas. Es una mala influencia pa' usté. Feliz cumpleaños. -Daniel.
Bueno, pues te dedico esta entrada con los deseos que todos te dieron por tu cumpleaños, los que no quisieron decirme que lo publicara, se chingaron. Ya no agregaré más. Felicidades, espero que vivas muy feliz y que tengas muchos hijos. Bueno, lo último tal vez no. Pero sí, vive feliz. Debo decir que me sorprendieron muchos de los deseos que te dieron algunas personas (Sí, lo digo por tí, Rafa) pero que igual las tuve que poner, aunque claro edite algunas partes por causa de estética, como lo que dijo la zarrapastrosa de Rosa, ya que usó excesivamente "wey", "o sea" y "¿ves?". En fin. Ten un feliz cumpleaños. Te desean todos tus amigos.
miércoles, 18 de marzo de 2009
No se me ocurre un título
El sábado, mis padres se fueron a un viaje de "negocios" (lo sé, es extraño viajar en estas fechas) y mi hermano ha estado regresando tarde de trabajar. Aproveché esto para ocuparme de mis asuntos con la persona a la que más amo, mi adorado Edgar. Planeé todo desde que las palabras "viaje de negocios" salieron de la boca de mi madre. Mi ingeniosa idea consistía en decirle a Edgar que llevara algunas de sus viejas pertenencias como fotografías, ropa, libros, cuadernos y otras cosas que usó en el pasado, para así poder recordar juntos los buenos tiempos de antes. Quería pasar una noche placentera con él sin que yo tuviera que forzar la situación, como de costumbre. Sucedió el martes. Decidí decírselo y juntarnos en mi casa.
Llevó una gran caja con muchas notas escritas por amigos y amigas, algunos de sus viejos cuadernos, y el álbum de firmas de la secundaria. Yo, por mi parte, saqué un cajón donde tengo guardadas cosas similares, más mi camiseta y mi pantalón favoritos (y muy apretados) cuando más joven y un viejo tomo de Sensitive Pornograph que Andrea me prestó y jamás le devolví. Comenzamos a buscar entre los recuerdos que ahí se encontraban y de pronto tomó mi camiseta entre sus manos.
Edgar: Oh, Yuki. Recuerdo cuando te ponías esto. Te veías tan lindo.
Yuki: Me los pondré, vuelvo en un momento.
Edgar: Ay. La verdad, dudo mucho que aún te queden.
Yuki: ¿Estás insinuando que estoy gordo?
Edgar: Ja ja. No, para nada. Simplemente has crecido.
Yuki: Ya verás. Deben de quedarme, todavía. Mientras tanto, tú sigue viendo.
Fui a ponerme la ropa, lo cual no estaba entre lo que yo había pensado, pero igual esperé que mi plan funcionara. Regresé, y lo encontré haciendo algo que yo no esperaba, y que pensaba forzarlo de alguna forma a hacer: leía el manga. Sus hermosos ojos se veían cristalinos, sus mejillas estaban sonrojadas, sus manos temblaban. "¿Lo ves? Aún me queda", lo interrumpí. Me miró fijamente durante varios segundos, paseó su mirada sobre cada espacio de mi cuerpo y luego me dijo "te ves... sencillamente encantador. Esa ropa ajustada resalta cada contorno y curva de tu maravilloso cuerpo". Me puse un poco rojo. Edgar no suele decir esa clase de palabras, siempre soy yo quien se las dirige a él. "Quiero ver lo que se esconde debajo...", continuó... Como si nunca hubiera visto mi cuerpo desnudo. Le di una sonrisa y le pedí con la mirada que me siguiera, mientras caminaba fuera del cuarto. Entré al baño, retiré delicadamente mi camiseta y murmuré "acércate". Se desabotonó la camisa lo más rápido que pudo y corrió hacia el baño para encontrarme ya totalmente sin ropa. Deposité un suave beso sobre sus labios y comencé a desabrochar su cinturón.
Abrí la llave de la regadera, y me metí entre una nube de vapor de agua. Hugo se bajó de golpe los pantalones (y los boxers) y entró conmigo a la regadera. "No te muevas", le dije mientras me hincaba y besaba sus genitales, proseguí con esos movimientos hasta que su miembro se levantó. "Yu-Yuki...", susurraba él. Rodeé completamente su erección con mi boca, y dejé que los músculos de mi garganta lo apretaran con suavidad. Así llegó a su primer orgasmo. Limpié el líquido blanco con mis labios y mi lengua, asegurándome que no quedara ningún lugar que no tocara. Edgar no pudo más, me tomó los hombros, puso mis manos contra el suelo mientras yo seguía hincado, e intentó introducírmelo. "Espera, amor... No somos animales, no podemos hacerlo así", le dije; a lo que él replicó "nos ha funcionado antes, y a otras personas les funciona también". Lo alejé un poco de mí. Quería parecer un poco distante, para que él buscara la forma de que lo hiciéramos.
Como se quedó sentado y estaba estropeando mi plan, le dije "Edgar, ven acá. Necesito me ayudes a secarme", entré al cuarto, me enredé una toalla a la cintura y me hinqué sobre la cama. Hugo entró casi corriendo y se quedó mirándome un momento. Se sentó detrás de mí, levantó ligeramente la toalla y comenzó a lamer alrededor de mi orificio. Aquella sensación era celestial, sin embargo, no era lo que yo estaba esperando que sucediera. Luego introdujo su lengua y comenzó a moverla de una manera muy hábil. "¡Maldita sea, Edgar! ¡¿Qué, demonios, estás esperando?! ¡Tómame ya!", le dije olvidando la cordura y haciendo el plan a un lado. Por fin me penetró. Comenzó a moverse un poco torpemente al principio, pero conforme pasaba el tiempo, lo hacía mejor, y a mí me gustaba más.
Yo gemía y me mordía el labio, evitando gritar por tanto placer, pero Edgar no pudo contenerse y las palabras "Yuki, te amo" salieron de su boca con un grito de satisfacción. Estábamos solos, ¿por qué yo estaba evitando mostrar lo que estaba sintiendo? Grité también. Cuando terminamos, nos recostamos para darnos cuenta que habíamos dejado las sábanas y parte del buró manchados de semen. El sonrió y me dijo "eso fue genial". Eran justo las palabras que yo hubiera empleado. Mordió el lóbulo de mi oido y luego lo succionó. Yo acaricié sus caderas y besé sus labios. Lamí su paladar. Nos acercamos tanto como fue humanamente posible y caímos en un sueño profundo. Cuando desperté, mi hermano nos miraba detenidamente y luego me dijo "no hicieron lo que yo estoy pensando, ¿o sí?". Le contesté con la verdad, pero lo amenazé con contarle a mis padres acerca de las cosas que él hace con su novia si decía algo. Algún día deberé informarle a mis padres sobre la relación que llevo con mi amado, pero prefiero esperar a tener el coraje y decirles yo mismo, que permitir que ese imbécil lo diga.
Papá, mamá... Amo a Edgar, y no me importa lo que piensen los demás. Mis sentimientos hacia él son puros, y casi puedo asegurar que los suyos hacia mí también lo son. No importa si otros creen que está mal, para mí es lo mejor del mundo poder compartir mi vida con él.
lunes, 2 de marzo de 2009
El día más feliz
Hace alrededor de una o dos semanas, Edgar, la persona a quien más amo en todo el universo, había estado muy distante. Me daba la impresión de que no quería estar conmigo más. Sin embargo, me parece que fue el viernes, mi amiga Andrea (la única persona con quien mi amado había estado hablando) me visitó. Hablamos acerca del tema y luego ella me dijo "no te preocupes, él te ama muchísimo. Verás que todo va a estar bien". Tras decir esto, se levantó del sillón y se dirigió a la puerta. Le pregunté cómo lo sabía. Contestó que Edgar le había pedido no decirme nada, él quería decírmelo personalmente. Besó mi nariz y se fue con una sonrisa en su rostro, mencionando "ya lo verás. Las cosas estarán bien". Durante todo el fin de semana no volví a ver a ninguno de los dos. Sin embargo, el día de hoy me ha quitado todo el pesar que había en mi alma.
Hoy estaba sentado contra una de las paredes de la escuela durante el receso, ya que me sentía un desecho del bajo mundo y no quería estar con nadie. En eso, se acercó mi dulce galletita con un libro (supongo yo que a preguntarme algo) y se sentó junto a mi. Yo no quería ni siquiera voltear a verlo, sentí que me hundiría en un mar de lágrimas si miraba sus ojos, así que desvié la mirada. Entonces vi a la perra de Rosa y a Laura Paola paradas frente a mi. Laura hizo un sonido como de estar aclarando la garganta... como si quisiera llamar la atención de alguien.
"¡No me importa si les dices o no! ¡Ya no puedo soportarlo!", gritó Edgar y se lanzó sobre mí, besándome apasionadamente. Yo no sabía que hacer. Sólo me dejé seducir por sus ágiles labios y su hábil lengua, que se movían de una forma encantadora dentro de mi garganta. Las muchachas gritaron y salieron corriendo. Hugo siguió haciendo un poco de su magia y cuando finalmente acabó, luego de casi dejarme sin respiración, le pregunté lo que sucedía.
Edgar: Paola me dijo que si nos veía juntos o si veía que nos besábamos, le contaría a los profesores para que mandaran llamar a nuestros padres. Por eso no quería estar contigo, no quería pedirte que no me besaras, porque tú sabes que me encanta cuando lo haces y no podría resistir la tentación.
Yuki: Y, ¿por qué te molestaste tanto con las fotografías?
Edgar: Lo que pasa es que andaba un poco sensible por lo que me dijeron. Pero en realidad no estaba tan molesto. Perdóname, Yuki.
Yuki: Y cuando fui a visitarte...
Edgar: Andrea me contó lo que dijiste. Sé lo que pasó por tu mente en ese momento, pero no es lo que tú pensaste. Estaba algo ocupado cuando llegaste, y cuando acabé y te vi dormido, pensé que la manera en que te dije que esperaras fue grosera. Luego de eso, comencé a tener pensamientos de esos que ya sabes... Y no pude controlarme. Me consumían las ganas de hacer el amor contigo.
Yuki: Ay, Edgar...
Besé suavemente sus labios y nos unimos en un dulce abrazo. Todo ha vuelto a ser como era. Todo está bien. Gracias a Dios que me ha hecho darme cuenta que no sólo amo a Edgar, sino que él me ama igual que yo a él. Es impresionante la forma en la que la mente humana comienza a buscar una solución a los problemas cuya verdadera respuesta no sabe. Disculpa los malos pensamientos (creo que ese es el título de una canción, ¿no?), no sabía lo que sucedía y tenía una urgencia por enterarme. Te amo.
jueves, 26 de febrero de 2009
Confusión
Yuki: Yo... nada más quería hablar contigo.
Edgar: Pues no puedo. Estoy ocupado.
Yuki: ¿Ocupado? ¿Qué estás haciendo?
Edgar: Algo... Mira, siéntate. Cuando acabe hablamos.
Yuki: Pero necesito preguntarte algo.
Edgar: Ya te dije, me preguntas cuando acabe.
Como no había ninguna silla además de la que Edgar estaba usando, me senté sobre su cama. Esperé a que terminara lo que hacía durante varias horas, pero no parecía que fuera a acabar. Me quedé dormido. Sin embargo, soy algo extraño: tengo sueño muy pesado, y no despierto, a menos que toquen mi estómago o que sea de mañana. Pero no puedo dormir más de dos horas seguidas en una casa ajena, algo siempre me lo impide. Desperté y me di cuenta que estaba desnudo, y mi ropa estaba tirada en el suelo. Las ventanas abiertas, la luz de la luna sobre mi cara, y lo más importante: las tiernas manos de mi amado deslizándose sobre mi cuerpo. Me sentí muy feliz. "Edgar no está molesto conmigo. Las cosas vuelven a estar bien", pensé.
"Oh, estás despierto", dijo él, sonrojándose. Asentí con la cabeza y besé su frente. Todo se sentía diferente a como siempre, pero era una situación familiar. Me hizo recordar la primera vez que nos acostamos. Él me abrazó y me empujó suavemente hasta que quedé recostado sobre la cama. Me besó con dulzura y luego pasó sus labios sobre mi cuello con mucha gentileza. Luego comenzó a lamer mi pecho... Cada vez bajaba más. Finalmente, llegó al momento en que empezaría lo de verdad. Rodeó mi parte con su lengua y la acarició con ternura. Luego de varios minutos, me pidió que me hincara sobre la cama. Ya se imaginan lo que pasó después. Al fin logré sentir lo que él ha sentido todo este tiempo. "Haces hermosos sonidos, al ritmo de mis movimientos", dijo Edgar. Nos quedamos dormidos.
Hoy en la mañana, desperté con el sonido de su alarma. Saltó de la cama, me tomó de la mano y nos dirigimos al baño. Abrió la llave de la regadera y entramos juntos. Era una escena tan romántica... Ambos desnudos, mojados, abrazados... besándonos apasionadamente. Tomó una barra de jabón entre sus manos y la deslizó con ágiles movimientos sobre mi cuerpo. Colocó otra barra sobre mi mano y me pidió que yo hiciera lo mismo. La verdad no sé por qué su familia tiene como cinco barras de jabón dentro de la regadera, pero estoy divagando, como siempre. Salimos del baño y regresamos al cuarto. Como yo no había llevado ropa, ya que no pensaba dormir ahí en un principio, me puse las prendas que traía puestas el día anterior. Bajamos, tomamos desayuno, y nos fuimos a mi casa para que yo pudiera cambiarme. Luego de eso, nos fuimos a la escuela tomados de las manos. Sin embargo, en cuanto llegamos, me soltó y se apartó de mí. En todo el día no volvió a hablarme.
Me siento extraño. ¿Cómo puede acostarse conmigo tan fácilmente una noche, y no dirigirme la palabra al día siguiente? Tal vez eso no significó nada para él, y yo solo soy un depósito para guardar sus penas y saciar sus deseos de sexo. Quizá en verdad sale con Andrea, y no quería que nos viera juntos. Sea lo que sea, me ha hecho sentir como un desecho del bajo mundo. Quiero que me tome en serio, que nuestra relación sea verdadera. Ya no sé si creer que todo fue un simple juego desde el principio, o si ya no me quiere más que para eso. Por favor, alguien que me asesine.
miércoles, 25 de febrero de 2009
Como carro deportivo
Jamás me había sentido tan triste desde que descubrí que tenía un hermano mayor, quien por cierto estuvo a punto de quemar la cocina ayer. El muy idiota debe haber introducido algo metálico al microondas, ya que éste explotó y luego se incendió... Pero esa es otra historia. Bueno, les explicaré mis sentimientos: Hoy, Edgar ha estado aún más extraño de lo que ya había estado. Se mantuvo encerrado en un libro y no me dirigió la palabra, y cuando yo quise hablarle, me ignoró. Además, por recomendación de mi gran amigo Kirin, le pedí a Andrea, una de mis amigas, que hablara con él. He aquí la conversación:
Yuki: Oye, Andrea, ¿sabes qué tiene Edgar?
Andrea: No. ¿Por qué la pregunta?
Yuki: Creo que está enojado conmigo.
Andrea: No. No te preocupes. No está molesto contigo.
Yuki: ¿Cómo lo sabes?
Andrea...
La muy maldita no me contestó nada y se fue. Creo que es la semana de tratar mal a Yuki. No entiendo por qué Edgar no quiere saber nada de mí. ¿Qué fue lo que hice? Ya llevamos dos años juntos y nunca se había molestado conmigo, y, por supuesto, yo tampoco me había molestado con él. ¿Será que se ha cansado de salir conmigo? ¿Estará saliendo con Andrea, la única persona a quien le ha hablado esta semana? ¿Le habrán llevado un rumor mío? ¿O será simplemente una etapa en la que desea estar solo? Sea cual sea la razón, yo sólo sé una cosa: quiero que Edgar siga siendo mío por siempre, quiero poder tenerlo en mis brazos lo que resta de la eternidad, quiero sentir sus cálidos labios unidos a los míos una vez más. ¿Por qué me está pasando esto? Bien leí el otro día, aunque no creí que fuera verdad, "el amor hace pasar el tiempo, el tiempo hace pasar el amor". No sé que tan cierto sea, pero Hugo debe seguir perteneciéndome sólo a mí.
No resistiré mucho sin él. Simplemente es todo lo que me importa en este momento. No puedo hacer nada ni pensar en nada más. Sólo pienso en lo romántico que sería poder abrazarlo, besar sus mejillas, recostarnos juntos sobre la cama y dejar pasar el tiempo sintiendo el amor que sentimos el uno por el otro. Pero he llegado a creer que eso ya no es más que una ilusión. Me siento tan deprimido que sólo quiero morir, pero no tengo la suficiente valentía para cometer un suicidio. Le pediré a mi hermano que me asesine, seguro que su respuesta será "claro, sólo dime... ¿Dónde quieres quedar?".
Por favor, Dios mío, ¿qué debo hacer para poder seguir viviendo felizmente?
martes, 24 de febrero de 2009
Conejito, conejita
Me he sentido algo deprimido. Edgar no quiere hacer nada conmigo últimamente. No quiere salir a ningún lado, no quiere reírse, ni hablar, ni comer, o estar con mi persona... Me hace pensar que posiblemente esté en etapa de menstruación, aunque eso sea biológicamente imposible. Me está preocupando bastante. Hasta he llegado a considerar la ligera probabilidad de que ya no quiera que seamos novios. No sé que le sucede. Además, creo que se molestó conmigo por lo que sucedió hoy. Les cuento:
Edgar hizo una apuesta con Leonel, un amigo de la escuela. La apuesta consistía en lo siguiente: Cada quien le apostaría a una chica de nuestro salón en las competencias denominadas "intramuros" que realizaron en la escuela. El ganador se llevaba cincuenta pesos. El perdedor debía vestirse de conejita de Play Boy y bailar la macarena dentro del aula de clase al final del día de hoy. Edgar perdió. Y yo, como me había enterado bien de la situación, llevé mi cámara y... Usé todo el rollo con la sesión fotográfica Play Yuki, cuyo actor principal fue Hugo. Honestamente, se veía tan adorable, que no pude evitar tomarle una fotografía a cada segundo que se movía. Las colocaría aquí, pero es demasiado hermoso para sus ojos impuros.
Cuando llegamos a su casa, me dijo "Yuki, eres un completo imbécil. No conforme con verme perder y verme ridiculizado frente a todos ellos, guardas la evidencia". Me siento algo triste, ya que ni siquiera quiso darme un beso de despedida cuando me retiré de ahí. Lo amo demasiado, y no quiero que esté molesto conmigo ni que me odie por no poder resistir el querer conservar cada detalle de su hermosa belleza presente en una imagen que pueda mirar por horas. Me siento destrozado por dentro, sólo de pensar que él está guardando cierto odio y rencor hacia mí. Lo malo de todo esto es que no sé por qué está así. Pienso que en parte es por lo de hoy, pero no creo que eso sea todo, había estado muy serio desde antes.
Si hice algo que te hiriera, disculpa. No ha sido mi intención. Dime que es lo que me está faltando o lo que me está sobrando, que yo lo remediaré. Sólo por tí. Te amo, Edgar.