Sí. Es día de mi cumpleaños. Aunque haya quienes me hayan querido hacer malas bromas en cuanto al día de Halloween (sí, lo digo por ti, Raúl), el día de hoy es mi aniversario de nacimiento. Nunca he sido una persona descuidada, pero realmente no recordaba que estaba por cumplir años… De tal modo que anoche, compartiendo el calor corporal de una manera extremadamente agradable con Hugo, me sentí confundido cuando dijo “felicidades, mi amor” después de las doce campanadas que dio el reloj de mi hermano.
Pero ahora, como todos los años, me he quedado solo. Mientras Jesús está trabajando, Edgar anda fuera pidiendo dulces (enserio, ¿qué, acaso nunca crecerá?). Incluso me han dado ganas de ir a pedir dulces con él, así por lo menos me sentiré menos solitario. Pero para poder encontrarlo, pues hace horas que salió, necesito hacer un esfuerzo totalmente problemático. Podría estar en cualquier lugar justo ahora. Riveras, el Campestre, el centro, el Chamizal, el Paso, Londres… Bueno, tal vez esos últimos dos no, pero ustedes entienden a lo que voy: estoy solo y no puedo intentar salir a buscarlo porque estoy bajo riesgo de no hallarlo y de perderme.
En fin. Ya lo haré mío cuando regrese. He decidido empezar una especie de columna de consejos (estilo la señorita Nancy en Drake & Josh), así que si gustan pedirme un consejo o preguntarme algo acerca de cualquier cosa (problemas matrimoniales, escolares, maestros, sexualidad, etcétera), no duden en escribir. Una cosa dejo clara: NO DOY DINERO, NO REESTABLEZCO LA PAZ MUNDIAL, NO HAGO MILAGROS, NO MANDO GENTE AL INFIERNO (al menos, no físicamente, pues puedo decirles “vete al infierno”. Estúpido idioma, puede ser interpretado de muchas formas), NO REVIVO GENTE MUERTA, NO ME VUELVO HETEROSEXUAL, NO LE DOY INTELIGENCIA A ROSA, NO DESAPAREZCO A LOS FRESAS, NO ABRO CUENTAS BANCARIAS, NO ALIMENTO A LOS POBRES, entre otras cosas que ustedes pueden deducir.
Si quieren enviar una carta para mi columna de consejos (POR FAVOR), escriban a black_angel_yuki13135mil@hotmail.com con el asunto “CONSEJO ACERCA DE…” y en lugar de los puntos suspensivos, pondrían el tema de su consejo. Finalmente, fírmenlo con un alias, porque lo colocaré aquí y no creo que muchos de ustedes quieran que otros sepan acerca de su vida privada, ¿o sí? De tal modo que el correo quedaría más o menos así…
PARA: black_angel_yuki13135mil@hotmail.com
DE: panchita@dominio.com
ASUNTO: Consejo acerca de sexualidad
CUERPO DEL MENSAJE:
Yuki: Me excito mucho cuando veo a mi novia y no puedo contener las ganas de tirármela en ese mismo momento, pero no quiero que ella se sienta acosada por mí. No sé cómo decirle que simplemente me la quiero coger justo ahí y justo en ese momento. Y además no puedo porque no tengo pene.
Atte:
Urgida
Y así, amigos, es como quedaría (aproximadamente) su mensaje. También se acepta si quieren añadir un posdata... Yuki tendrá tiempo para ustedes (cuando no esté teniendo sexo con Hugo) siempre. Gracias.
sábado, 31 de octubre de 2009
domingo, 13 de septiembre de 2009
Viaje al centro de la tierra... Casi
¿Han escuchado decir alguna vez “Más vale pájaro en mano que ciento volando”? Bueno. Eso se ha transformado en “Más vale pájaro en mano que me siento volando”. Si quieren saber por qué, se van a tener que chingar, ya que no se los comentaré. Lol, sólo bromeo. Leonel, Gloria, Andrea y Manuel se quedaron a dormir anoche. Como siempre, se nos ocurrieron bastantes ideas estúpidas, pero divertidas, para pasar el rato: una de ellas fue subirnos al techo, y debo decir que no ha sido nuestra ocurrencia más inteligente, ya que casi me provocan la muerte.
Sacamos una escalera para poder llegar allí. Leonel subió primero, seguido por Andrea y Gloria. Luego subió Manuel, quien ayudó a Edgar. Yo fui el último, porque estaba deteniendo la escalera para que ninguno de ellos fuera a caer… Creo que no pensé en eso cuando yo subí. Estaba en los últimos escalones, tratando de colocar mi pie sobre el techo, cuando la escalera se resbaló. Hugo se acercó a ayudarme y yo, en mi arranque de miedo y desesperación, moví rápidamente mi mano en busca de ayuda, pero en vez de sujetar su brazo, puse mis dedos en su entrepierna.
Edgar trató de ayudarme a subir. Leonel y Andrea se acercaron a ayudarlo a él… Manuel y Gloria sólo se quedaron allí porque no sabían qué hacer. Me tomaron fuerte de los brazos y de un tobillo, pero finalmente el peso fue demasiado y caí. Afortunadamente, la casa no es muy alta y no tengo daños severos, además de los horribles moretones que quedaron marcados en mi espalda, mi trasero y mis brazos.
Hoy, luego de que los otros se fueron, Hugo me dio un relajante masaje para que los moretones no me dolieran tanto. O, al menos, eso fue lo que él dijo; honestamente, creo que tenía algunas razones extraordinarias para hacerlo. Y, como es de esperarse, el masaje se convirtió luego en tocamientos; los tocamientos, en masturbación; y la masturbación, en sexo. Aún no le hemos comentado a Salvador que me caí del techo… No porque no queramos, sino porque no hemos tenido la oportunidad. Ayer, cuando sucedió, no estaba, y hoy se fue temprano de casa a una reunión con un no sé quién. Para colmo, Gloria no se pudo aguantar sus malas bromas y me dijo “Ay, Angelito... ¿Por qué no usaste tus alas para volar al techo?”. Cruel.
Sacamos una escalera para poder llegar allí. Leonel subió primero, seguido por Andrea y Gloria. Luego subió Manuel, quien ayudó a Edgar. Yo fui el último, porque estaba deteniendo la escalera para que ninguno de ellos fuera a caer… Creo que no pensé en eso cuando yo subí. Estaba en los últimos escalones, tratando de colocar mi pie sobre el techo, cuando la escalera se resbaló. Hugo se acercó a ayudarme y yo, en mi arranque de miedo y desesperación, moví rápidamente mi mano en busca de ayuda, pero en vez de sujetar su brazo, puse mis dedos en su entrepierna.
Edgar trató de ayudarme a subir. Leonel y Andrea se acercaron a ayudarlo a él… Manuel y Gloria sólo se quedaron allí porque no sabían qué hacer. Me tomaron fuerte de los brazos y de un tobillo, pero finalmente el peso fue demasiado y caí. Afortunadamente, la casa no es muy alta y no tengo daños severos, además de los horribles moretones que quedaron marcados en mi espalda, mi trasero y mis brazos.
Hoy, luego de que los otros se fueron, Hugo me dio un relajante masaje para que los moretones no me dolieran tanto. O, al menos, eso fue lo que él dijo; honestamente, creo que tenía algunas razones extraordinarias para hacerlo. Y, como es de esperarse, el masaje se convirtió luego en tocamientos; los tocamientos, en masturbación; y la masturbación, en sexo. Aún no le hemos comentado a Salvador que me caí del techo… No porque no queramos, sino porque no hemos tenido la oportunidad. Ayer, cuando sucedió, no estaba, y hoy se fue temprano de casa a una reunión con un no sé quién. Para colmo, Gloria no se pudo aguantar sus malas bromas y me dijo “Ay, Angelito... ¿Por qué no usaste tus alas para volar al techo?”. Cruel.
martes, 28 de julio de 2009
Luego de siglos...
Me extraña que haya pasado tanto tiempo de la última vez que escribí esto. Bien dicen por ahí que mientras más bloggeas, menos interesante se vuelve tu vida y viceversa. Bueno, les contaré un secretito: Edgar se ha vuelto totalmente adicto a las vibraciones. Desde que comenzamos a usar el vibrador, él no puede resistirse cuando ve movimientos agitados y simplemente tiene que tomarme justo allí y justo en ese momento.
Hace unos días (ya no estoy seguro de cuantos, puede que haga más de dos semanas), salimos a lavar la ropa. La lavadora se movía mucho, vibraba. Hugo me empujó contra ella, me bajó los pantalones y se introdujo despiadadamente dentro de mí. Dado que no estaba preparado y que lo hizo muy bruscamente, me dolió mucho al principio, pero al ir frotando mi punto sensible con su miembro, todo el dolor se esfumó para darle paso al placer.
Unos cuantos días antes, comenzó a jugar con su teléfono celular, cuando se dio cuenta que éste vibraba. Me pidió que fuera hacia donde estaba él y me hizo hincarme sobre la mesa. Hizo vibrar su teléfono y lo usó para recorrer todo mi cuerpo. Luego, intentó meterlo por mi orificio, pero no tuvo éxito.
El amigo Kirin nos sugirió usar la licuadora para nuestros fines malignos, pero Edgar se opuso a la idea. Y hoy, durante la mañana, usamos un aparato de masajes. No tengo muchas ganas de contarles todos los detalles, tal vez luego.
Hace unos días (ya no estoy seguro de cuantos, puede que haga más de dos semanas), salimos a lavar la ropa. La lavadora se movía mucho, vibraba. Hugo me empujó contra ella, me bajó los pantalones y se introdujo despiadadamente dentro de mí. Dado que no estaba preparado y que lo hizo muy bruscamente, me dolió mucho al principio, pero al ir frotando mi punto sensible con su miembro, todo el dolor se esfumó para darle paso al placer.
Unos cuantos días antes, comenzó a jugar con su teléfono celular, cuando se dio cuenta que éste vibraba. Me pidió que fuera hacia donde estaba él y me hizo hincarme sobre la mesa. Hizo vibrar su teléfono y lo usó para recorrer todo mi cuerpo. Luego, intentó meterlo por mi orificio, pero no tuvo éxito.
El amigo Kirin nos sugirió usar la licuadora para nuestros fines malignos, pero Edgar se opuso a la idea. Y hoy, durante la mañana, usamos un aparato de masajes. No tengo muchas ganas de contarles todos los detalles, tal vez luego.
jueves, 4 de junio de 2009
Volvemos a tan amada rutina
Ya volvimos a nuestra vieja rutina. Edgar y yo estamos sexualmente activos de nuevo. La noche de antier yo me encontraba un poco cansado porque en la escuela nos han estado fastidiando mucho para que estudiemos porque nos encontramos cerca del fin del semestre. En fin. Me doy cuenta que mi estrés era tanto que no incluso Hugo se dio cuenta. Quizá fui muy obvio, ya que, mientras conversaba con Kirin, le hice un berrinche por el hecho de que nunca sigue mis consejos, que con tanto esfuerzo, dedicación y cariño le doy.
A decir verdad me molestó un poco, porque recientemente siento que sólo quiere llevarme la contraria. Fui a la cocina a tomar algo de cenar y cuando volví encontre mi computador apagado, las luces del cuarto igual, cuatro velas sobre los burós y el hermoso cuerpo de Edgar desnudo sobre la cama y enredado en las cobijas. Se levantó y me desvistió despacio, dejándose caer luego sobre la cama, permitiendo que yo reposara sobre él. Me coloqué en una posición similar a la de los gatos, como si yo fuera uno y quisiera beber agua de la boca de mi amado. Hugo me abrazó cariñosamente y comenzamos a tocarnos. Al poco tiempo nos hundimos en un oasis de pasión y sudor.
Realmente me dejó muy cansado, pero relajado y satisfecho. Hizo todo tan... perfecto. Besó cada espacio posible en mi cuerpo y me provocó toda clase de placeres. Yo seguía en esa posición, pero él ya no estaba abajo de mí, se encontraba a punto de hacer lo siguiente. Me manoseó un rato y finalmente se decidió a entrar. Penetró con mucha fuerza, y por si fuera poco, me masturbó con unos movimientos deliciosos. No pude contenerme. Mis gritos y gemidos invadieron toda la habitación. El placer era extremo. Jamás me había sentido tan sumiso en toda mi vida. Tenía que poner a mi amante en su lugar.
Una vez que hubo acabado, puse mis labios cerca de su oído. "Ahora es tu turno, mi vida", le dije al oído y con una sonrisa bastante pervertida. Sin embargo, no se me ocurría nada más, así que, de nuevo, tuve que ser el sumiso, pero con un poco más de iniciativa: Lo coloqué boca arriba, y comencé a producir una masturbación sobre su rosado miembro. Le di un suave beso a la punta y, conforme iba dándole más, lo metía más dentro de mi boca. Entonces me senté sobre él e introduje su erección dentro de mí otra vez. Realmente es muy cansado hacer eso, no se los recomiendo.
Cuando me hube agotado de moverme hacia arriba y hacia abajo, Edgar me empujó hacia adelante y fue nuevamente el que hacía todo el trabajo. Durante esa noche tuvimos cuatro orgasmos, yo mismo los conté, es por eso que terminé sin fuerzas, lo último que recuerdo después de eso es haber escuchado la dulce voz de mi adorado pastelito decir "espero que ya te sientas mejor, mi cielo".
"Mi cielo", "mi cielo"... Son palabras que nunca, en estos dos años y medio, lo había escuchado decir. En verdad me sentí muy contento. No quiero olvidar esas hermosas palabras. No quiero olvidar. No me dejes olvidar, Hugo. No me permitas que lo olvide jamás. Por favor, menciónalas cada vez que puedas. Me hace muy feliz escucharte decirlo.
A decir verdad me molestó un poco, porque recientemente siento que sólo quiere llevarme la contraria. Fui a la cocina a tomar algo de cenar y cuando volví encontre mi computador apagado, las luces del cuarto igual, cuatro velas sobre los burós y el hermoso cuerpo de Edgar desnudo sobre la cama y enredado en las cobijas. Se levantó y me desvistió despacio, dejándose caer luego sobre la cama, permitiendo que yo reposara sobre él. Me coloqué en una posición similar a la de los gatos, como si yo fuera uno y quisiera beber agua de la boca de mi amado. Hugo me abrazó cariñosamente y comenzamos a tocarnos. Al poco tiempo nos hundimos en un oasis de pasión y sudor.
Realmente me dejó muy cansado, pero relajado y satisfecho. Hizo todo tan... perfecto. Besó cada espacio posible en mi cuerpo y me provocó toda clase de placeres. Yo seguía en esa posición, pero él ya no estaba abajo de mí, se encontraba a punto de hacer lo siguiente. Me manoseó un rato y finalmente se decidió a entrar. Penetró con mucha fuerza, y por si fuera poco, me masturbó con unos movimientos deliciosos. No pude contenerme. Mis gritos y gemidos invadieron toda la habitación. El placer era extremo. Jamás me había sentido tan sumiso en toda mi vida. Tenía que poner a mi amante en su lugar.
Una vez que hubo acabado, puse mis labios cerca de su oído. "Ahora es tu turno, mi vida", le dije al oído y con una sonrisa bastante pervertida. Sin embargo, no se me ocurría nada más, así que, de nuevo, tuve que ser el sumiso, pero con un poco más de iniciativa: Lo coloqué boca arriba, y comencé a producir una masturbación sobre su rosado miembro. Le di un suave beso a la punta y, conforme iba dándole más, lo metía más dentro de mi boca. Entonces me senté sobre él e introduje su erección dentro de mí otra vez. Realmente es muy cansado hacer eso, no se los recomiendo.
Cuando me hube agotado de moverme hacia arriba y hacia abajo, Edgar me empujó hacia adelante y fue nuevamente el que hacía todo el trabajo. Durante esa noche tuvimos cuatro orgasmos, yo mismo los conté, es por eso que terminé sin fuerzas, lo último que recuerdo después de eso es haber escuchado la dulce voz de mi adorado pastelito decir "espero que ya te sientas mejor, mi cielo".
"Mi cielo", "mi cielo"... Son palabras que nunca, en estos dos años y medio, lo había escuchado decir. En verdad me sentí muy contento. No quiero olvidar esas hermosas palabras. No quiero olvidar. No me dejes olvidar, Hugo. No me permitas que lo olvide jamás. Por favor, menciónalas cada vez que puedas. Me hace muy feliz escucharte decirlo.
jueves, 28 de mayo de 2009
Sonrisas.
Muy bien. Acabo de encontrar un papelito que Andrea me dio el día de hoy, espero los haga sonreír tanto como a mí. El contenido de éste es el siguiente.
Hola. Una vez que hayas recibido este papel, léelo y prepárate para sonreír en grande con los datos establecidos a continuación.
1-Es imposible tocarse todos los dientes con la lengua.
2-Una vez que has leído esto, intentaste tocarte todos los dientes con la lengua.
3-El dato número uno es falso.
4-Estás sonriendo como estúpid@.
5-Le pasarás este papel a alguien más porque eres bien idiota.
Me avergüenzo de mí mismo, hice todas las cosas que decía el papel. Claro, al final regresó a mí y lo conservé. Honestamente, esa niña siempre envía cosas de ese tipo. Una vez, cuando éramos novios, me dio un papel que decía “tengo algo muy importante que preguntarte”. Lo abrí, y éste decía “¿Me darías la hora?”. Fue algo muy vergonzoso, pero lo recuerdo y me da mucha risa. Lo peor es que lo recuerdo constantemente y me pongo a reír descontroladamente, razón suficiente para que Edgar me mire con extrañeza. Bueno, ahora sí, dejaré de escribir cosas tontas y me pondré a revisar mis correos. Vaya, actualizaciones en AMP… ¿El circo llegó a la ciudad? Amanita, eso fue algo idiota. Y la niña tiene voz de señora cuarentona.
Hola. Una vez que hayas recibido este papel, léelo y prepárate para sonreír en grande con los datos establecidos a continuación.
1-Es imposible tocarse todos los dientes con la lengua.
2-Una vez que has leído esto, intentaste tocarte todos los dientes con la lengua.
3-El dato número uno es falso.
4-Estás sonriendo como estúpid@.
5-Le pasarás este papel a alguien más porque eres bien idiota.
Me avergüenzo de mí mismo, hice todas las cosas que decía el papel. Claro, al final regresó a mí y lo conservé. Honestamente, esa niña siempre envía cosas de ese tipo. Una vez, cuando éramos novios, me dio un papel que decía “tengo algo muy importante que preguntarte”. Lo abrí, y éste decía “¿Me darías la hora?”. Fue algo muy vergonzoso, pero lo recuerdo y me da mucha risa. Lo peor es que lo recuerdo constantemente y me pongo a reír descontroladamente, razón suficiente para que Edgar me mire con extrañeza. Bueno, ahora sí, dejaré de escribir cosas tontas y me pondré a revisar mis correos. Vaya, actualizaciones en AMP… ¿El circo llegó a la ciudad? Amanita, eso fue algo idiota. Y la niña tiene voz de señora cuarentona.
Cosas idiotas.
Tenía ganas de escribir esta mamada, pero realmente no me pasa nada muy interesante, así que les contaré un cuento.
Érase una vez un ángel que se llamaba Yuki. Ése ángel tenía como misión proteger a la criatura más hermosa del universo entero; su nombre era Edgar, y cada movimiento que hacía volvía loco de pasión a Yuki.
Un día, un monstruo llamado Rosa atacó a Edgar, se lo quería comer. Yuki desenvainó un sable e hizo picadillo a Rosa.
Conclusión: Ha sido un final feliz.
Lol. Disculpen mi cuento idiota. No tengo nada importante que contarles y siento la necesidad fisiológica por escribir palabras con el teclado de un computador.
Érase una vez un ángel que se llamaba Yuki. Ése ángel tenía como misión proteger a la criatura más hermosa del universo entero; su nombre era Edgar, y cada movimiento que hacía volvía loco de pasión a Yuki.
Un día, un monstruo llamado Rosa atacó a Edgar, se lo quería comer. Yuki desenvainó un sable e hizo picadillo a Rosa.
Conclusión: Ha sido un final feliz.
Lol. Disculpen mi cuento idiota. No tengo nada importante que contarles y siento la necesidad fisiológica por escribir palabras con el teclado de un computador.
viernes, 22 de mayo de 2009
Hermosa lluvia.
Hace un rato estaba lloviendo muy fuerte. Edgar y yo sacamos unas sillas al patio para contemplar la belleza de la precipitación. Nos sentamos y conversamos un rato. Al cabo de unos minutos nos dimos un suave beso. Hugo me sonrió y se levantó, se paró en un punto donde caía mucha lluvia y levantó la cara hacia el cielo. Me acerqué a él y lo abracé. Desabotoné su camisa y se la quité con suavidad. Besé sus pequeños hombros, mi amado se estremeció un poco y levantó su cuello haciendo un adorable sonido que revelaba cuánto le gusta que yo haga eso.
Mi hermano salió de la casa y nos dio una cobija. “Sé que la necesitarán”, nos dijo mientras la ponía sobre el piso y nos lanzaba una mirada como diciéndonos “diviértanse”. Nos recostamos y seguimos conversando. Puse mi mano sobre su delicado estómago y empecé a jugar con su ombliguito. Él se movía con un aire de incomodidad y placer al mismo tiempo. Acaricié su cuello y le besé el estómago. “Yuki… Yuki…”, repetía con una voz hermosa.
Al cabo de un rato me quitó la camiseta con sus preciosos y perlados dientes. Nos tocamos el uno al otro durante varios minutos y nos besamos dulcemente. Paró de llover. Nos abrazamos por mucho tiempo hasta que nos dio hambre y entramos a la casa empapados a comer algo de GALLETAS. Y ahora heme aquí, terminando de escribir esto y jactándome de que acabo de conseguir trabajo de tutor en mi escuela. La vida progresa.
Mi hermano salió de la casa y nos dio una cobija. “Sé que la necesitarán”, nos dijo mientras la ponía sobre el piso y nos lanzaba una mirada como diciéndonos “diviértanse”. Nos recostamos y seguimos conversando. Puse mi mano sobre su delicado estómago y empecé a jugar con su ombliguito. Él se movía con un aire de incomodidad y placer al mismo tiempo. Acaricié su cuello y le besé el estómago. “Yuki… Yuki…”, repetía con una voz hermosa.
Al cabo de un rato me quitó la camiseta con sus preciosos y perlados dientes. Nos tocamos el uno al otro durante varios minutos y nos besamos dulcemente. Paró de llover. Nos abrazamos por mucho tiempo hasta que nos dio hambre y entramos a la casa empapados a comer algo de GALLETAS. Y ahora heme aquí, terminando de escribir esto y jactándome de que acabo de conseguir trabajo de tutor en mi escuela. La vida progresa.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)