¿Han escuchado decir alguna vez “Más vale pájaro en mano que ciento volando”? Bueno. Eso se ha transformado en “Más vale pájaro en mano que me siento volando”. Si quieren saber por qué, se van a tener que chingar, ya que no se los comentaré. Lol, sólo bromeo. Leonel, Gloria, Andrea y Manuel se quedaron a dormir anoche. Como siempre, se nos ocurrieron bastantes ideas estúpidas, pero divertidas, para pasar el rato: una de ellas fue subirnos al techo, y debo decir que no ha sido nuestra ocurrencia más inteligente, ya que casi me provocan la muerte.
Sacamos una escalera para poder llegar allí. Leonel subió primero, seguido por Andrea y Gloria. Luego subió Manuel, quien ayudó a Edgar. Yo fui el último, porque estaba deteniendo la escalera para que ninguno de ellos fuera a caer… Creo que no pensé en eso cuando yo subí. Estaba en los últimos escalones, tratando de colocar mi pie sobre el techo, cuando la escalera se resbaló. Hugo se acercó a ayudarme y yo, en mi arranque de miedo y desesperación, moví rápidamente mi mano en busca de ayuda, pero en vez de sujetar su brazo, puse mis dedos en su entrepierna.
Edgar trató de ayudarme a subir. Leonel y Andrea se acercaron a ayudarlo a él… Manuel y Gloria sólo se quedaron allí porque no sabían qué hacer. Me tomaron fuerte de los brazos y de un tobillo, pero finalmente el peso fue demasiado y caí. Afortunadamente, la casa no es muy alta y no tengo daños severos, además de los horribles moretones que quedaron marcados en mi espalda, mi trasero y mis brazos.
Hoy, luego de que los otros se fueron, Hugo me dio un relajante masaje para que los moretones no me dolieran tanto. O, al menos, eso fue lo que él dijo; honestamente, creo que tenía algunas razones extraordinarias para hacerlo. Y, como es de esperarse, el masaje se convirtió luego en tocamientos; los tocamientos, en masturbación; y la masturbación, en sexo. Aún no le hemos comentado a Salvador que me caí del techo… No porque no queramos, sino porque no hemos tenido la oportunidad. Ayer, cuando sucedió, no estaba, y hoy se fue temprano de casa a una reunión con un no sé quién. Para colmo, Gloria no se pudo aguantar sus malas bromas y me dijo “Ay, Angelito... ¿Por qué no usaste tus alas para volar al techo?”. Cruel.
domingo, 13 de septiembre de 2009
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